shame on me (o sobre cómo una buena persona se convierte en una mala persona)
Ya, la historia es así. A este muchacho lo conocí hace un tiempo. Fueron un besos casi casuales, casi inocentes. Una de esas cosas que uno hace por divertimento, casi para matar el tiempo. Es la peor de las razones, pero, bueno, esas cosas ocurren. O uno deja que le ocurran. Pasó el tiempo y me lo encontré un par de veces más en algún lugar perdido. Nos saludabamos con un movimiento de cabeza.
Ahora que he decidido explorar la faceta gay en serio, trato de salir más a locales de ambiente, como dicen los españoles, y había uno que quería visitar hace tiempo. El club bizarre era un poco una promesa para mi, había fantaseado tanto tiempo con la idea de ir que las fantasías se habían vuelto una obsesión.
Obsesionado, pregunté y acosé a alguno de mis amigos para que me acompañaran, pero nadie quiso. Tanta negativa, me hizo pensar que ya era hora de buscarme un gay partner para salir, un sancho panza, un loco en buena onda con el que parrandear y reirse. Pero gay.
Entonces me encontré a este muchacho del verano en mi msn. Le pregunté dónde quedaba el club. Me dijo: en fanor velasco, cerca de la norte-sur. Le dije que cómo era. Me dijo que parecido a pagano, que él siempre iba para allá. Le dije que tenía ganas de conocerlo. Me dijo que me iba a gustar. Le dije que gracias por las indicaciones, que a lo mejor iba ese fin de semana. Me dijo: si vas, llámame. Y pensé que esa era una buena oportunidad de encontrar un sancho escudero. Y le dije que sería genial. Y cerré sesión.
Llegó el sábado e hice mis últimos intentos infructuosos por convencer a mi amiga a que me acompañara. Ella es muy heterosexual y no podía permitir que su cuota de testoterona semanal mermara por acompañarne a un lugar donde hay mucha testorerona, pero ninguna a su alcance. No way. Pero muchacho del verano llamó y nos pusimos de acuerdo. Me dijo: te espero a la una. Le dije que ok y llegué a las dos.
El lugar, fue y no fue como lo imaginaba. Fue como me lo imaginé al principio, cuando recién me hablaron de él, pero fue infinitamente peor que las fantasías que yo había construido en mi mente durante todo el tiempo que quería ir pero no iba. En todo caso, hay toda una estética de underworld muy kitsch que me gustó. Descubrí a una japonesa que habla y canta con el léxico de una carretonera y que, al parecer, goza de una fama extendida y consolidada en ese tipo de ambiente, o en ese ambiente. Un grupo de activos fans, la mayoría con escasas cejas, coreaba sus canciones con fervor verdadero. Era una show-woman en todo caso esta japonecilla, hay que reconocer.
Y eso, el lugar estaba lleno, y el muchacho me mostró todos los pisos y fue siempre muy amable y se quedó conmigo toda la noche. Era gracioso y muy easy-going. Pero su amabilidad -me parecía- iba más allá de la pura amabilidad. Por supuesto que así era, si la única vez que lo había visto fue en condiciones más intimadas y era un poco obvio que todo tenía una aire a cita. Era yo el que no se daba cuenta de lo que tenía que darme cuenta. Pero no me gustaba nada. El muchacho no es feo, pero no, no me pasaba nada. Y, sin embargo, era tan amable, se veía tan buena persona.
Fui ahí cuando empecé a sicotizarme. A llenarme de ideas locas y burbujear sensaciones que no sentía, pero que me provocaba, traicioneramente, a mí mismo. La soltería, el aburrimiento, un estúpido sentido del agradecimiento, se mezclaron como si mi cabeza fuera una coctelera. Pensé que quizá no estaba suficientemente relajado, después de todo hubo una vez en que sí me movió algo. Fui por un trago. Y sí, el alcohol elevó por un momento la líbido. Pero su efecto desvaneció rápido. Pensaba muy rápido y confusamente. Se me pasaron las ideas rápido como fotogramas y me detuve en una: me dije: hace tiempo que no tienes sexo y es hora de hacer algo al respecto. Le di un beso.
El arrepentimiento fue casi instantáneo. Pero no lo reconocí en ese momento: yo tenía una idea fija: tenía que hacer algo al respecto. Lo que vino después no sé cómo ocurrió y tal vez ni siquiera es necesario precisarlo. No sé cómo ni por qué, pero a las cuatro de la mañana yo iba saliendo del boliche rumbo a mi casa. A las cuatro con diez minutos, tome un taxi y le indiqué al chofer dónde iba. El muchacho iba conmigo.
Tirados sobre mi cama, me obligué a hacer algo que no quería hacer, convenciéndome de que finalmente todo fluiría con facilidad, que el sexo traería más sexo y que la acción traería la pasión o que, por último, la supliría. Pero nada de eso ocurrió, y en un momento tuve que detener todo y decirle que no, que no quería hacer eso. Debí haberle dicho la verdad: que no me gustaba lo suficiente y que, a lo más, podía ofrecerle mi amistad. Pero una cobardía extraña no me dejó hacer lo que debía hacer. Además, sentía vergüenza. Me sentía un calientasopas, un histérico, un provocador. Cosas que yo desprecio. Ahí estaba yo, convirtiéndome en una mala persona. Eso no se hace, y yo lo estaba haciendo. Le mentí, le dije que no queía webear, que no me interesaban las relaciones accidentales, ni el sexo express. O sea, le inventé -al mismo tiempo que me sorprendía de lo que iba diciendo- que yo era poco menos que una señorita respetable que no se acuesta la primera vez y esas burradas. Ahí estaba yo... Y lo dije yo mismo. Sobre mí mismo. Y me dijo que no importaba. Y yo no le dije nada. Y me dijo que ahora le gustaba más. Y a mi él me gustó menos aún. Cómo le puede gustar alguien que dice que es como yo dije que era! Pero no le dije nada. Y se despidió. Y me dijo chao, y yo lo acompañé hasta la puerta. Y todo se fue a la mierda, y todas las fantasías de meses se conviertieron en una pesadilla de equivocaciones.
Cuando desperté al otro día tenía un mensaje de él dándome los buenos días. Ya ven, todo lo que empieza como comedia termina como tragicomedia.
saludos.
Ahora que he decidido explorar la faceta gay en serio, trato de salir más a locales de ambiente, como dicen los españoles, y había uno que quería visitar hace tiempo. El club bizarre era un poco una promesa para mi, había fantaseado tanto tiempo con la idea de ir que las fantasías se habían vuelto una obsesión.
Obsesionado, pregunté y acosé a alguno de mis amigos para que me acompañaran, pero nadie quiso. Tanta negativa, me hizo pensar que ya era hora de buscarme un gay partner para salir, un sancho panza, un loco en buena onda con el que parrandear y reirse. Pero gay.
Entonces me encontré a este muchacho del verano en mi msn. Le pregunté dónde quedaba el club. Me dijo: en fanor velasco, cerca de la norte-sur. Le dije que cómo era. Me dijo que parecido a pagano, que él siempre iba para allá. Le dije que tenía ganas de conocerlo. Me dijo que me iba a gustar. Le dije que gracias por las indicaciones, que a lo mejor iba ese fin de semana. Me dijo: si vas, llámame. Y pensé que esa era una buena oportunidad de encontrar un sancho escudero. Y le dije que sería genial. Y cerré sesión.
Llegó el sábado e hice mis últimos intentos infructuosos por convencer a mi amiga a que me acompañara. Ella es muy heterosexual y no podía permitir que su cuota de testoterona semanal mermara por acompañarne a un lugar donde hay mucha testorerona, pero ninguna a su alcance. No way. Pero muchacho del verano llamó y nos pusimos de acuerdo. Me dijo: te espero a la una. Le dije que ok y llegué a las dos.
El lugar, fue y no fue como lo imaginaba. Fue como me lo imaginé al principio, cuando recién me hablaron de él, pero fue infinitamente peor que las fantasías que yo había construido en mi mente durante todo el tiempo que quería ir pero no iba. En todo caso, hay toda una estética de underworld muy kitsch que me gustó. Descubrí a una japonesa que habla y canta con el léxico de una carretonera y que, al parecer, goza de una fama extendida y consolidada en ese tipo de ambiente, o en ese ambiente. Un grupo de activos fans, la mayoría con escasas cejas, coreaba sus canciones con fervor verdadero. Era una show-woman en todo caso esta japonecilla, hay que reconocer.
Y eso, el lugar estaba lleno, y el muchacho me mostró todos los pisos y fue siempre muy amable y se quedó conmigo toda la noche. Era gracioso y muy easy-going. Pero su amabilidad -me parecía- iba más allá de la pura amabilidad. Por supuesto que así era, si la única vez que lo había visto fue en condiciones más intimadas y era un poco obvio que todo tenía una aire a cita. Era yo el que no se daba cuenta de lo que tenía que darme cuenta. Pero no me gustaba nada. El muchacho no es feo, pero no, no me pasaba nada. Y, sin embargo, era tan amable, se veía tan buena persona.
Fui ahí cuando empecé a sicotizarme. A llenarme de ideas locas y burbujear sensaciones que no sentía, pero que me provocaba, traicioneramente, a mí mismo. La soltería, el aburrimiento, un estúpido sentido del agradecimiento, se mezclaron como si mi cabeza fuera una coctelera. Pensé que quizá no estaba suficientemente relajado, después de todo hubo una vez en que sí me movió algo. Fui por un trago. Y sí, el alcohol elevó por un momento la líbido. Pero su efecto desvaneció rápido. Pensaba muy rápido y confusamente. Se me pasaron las ideas rápido como fotogramas y me detuve en una: me dije: hace tiempo que no tienes sexo y es hora de hacer algo al respecto. Le di un beso.
El arrepentimiento fue casi instantáneo. Pero no lo reconocí en ese momento: yo tenía una idea fija: tenía que hacer algo al respecto. Lo que vino después no sé cómo ocurrió y tal vez ni siquiera es necesario precisarlo. No sé cómo ni por qué, pero a las cuatro de la mañana yo iba saliendo del boliche rumbo a mi casa. A las cuatro con diez minutos, tome un taxi y le indiqué al chofer dónde iba. El muchacho iba conmigo.
Tirados sobre mi cama, me obligué a hacer algo que no quería hacer, convenciéndome de que finalmente todo fluiría con facilidad, que el sexo traería más sexo y que la acción traería la pasión o que, por último, la supliría. Pero nada de eso ocurrió, y en un momento tuve que detener todo y decirle que no, que no quería hacer eso. Debí haberle dicho la verdad: que no me gustaba lo suficiente y que, a lo más, podía ofrecerle mi amistad. Pero una cobardía extraña no me dejó hacer lo que debía hacer. Además, sentía vergüenza. Me sentía un calientasopas, un histérico, un provocador. Cosas que yo desprecio. Ahí estaba yo, convirtiéndome en una mala persona. Eso no se hace, y yo lo estaba haciendo. Le mentí, le dije que no queía webear, que no me interesaban las relaciones accidentales, ni el sexo express. O sea, le inventé -al mismo tiempo que me sorprendía de lo que iba diciendo- que yo era poco menos que una señorita respetable que no se acuesta la primera vez y esas burradas. Ahí estaba yo... Y lo dije yo mismo. Sobre mí mismo. Y me dijo que no importaba. Y yo no le dije nada. Y me dijo que ahora le gustaba más. Y a mi él me gustó menos aún. Cómo le puede gustar alguien que dice que es como yo dije que era! Pero no le dije nada. Y se despidió. Y me dijo chao, y yo lo acompañé hasta la puerta. Y todo se fue a la mierda, y todas las fantasías de meses se conviertieron en una pesadilla de equivocaciones.
Cuando desperté al otro día tenía un mensaje de él dándome los buenos días. Ya ven, todo lo que empieza como comedia termina como tragicomedia.
saludos.
9 Comments:
Hola Bunbury. Bueno, tu historia es bastante común creo. A muchos les pasa, lo diferente es que te detuviste a tiempo. Concuerdo que eso no se hace, quizás el otro niño si estaba interesado e ilusionado contigo y lo dejaste con las ganas, pero bueno. Ahora seguro se enganchará más de tí, eso es típico.
Nosotros somos una pareja y te invitamos a visitar nuestro blog y comentar si quieres. Tambien puedes votar en nuestra encuesta de cuál es la mejor pelicula gay que has visto.
Saludos
Alter (y eGO que en estos momentos duerme)
eso te pasa por fresco jejejeje...naa el que se arrepiente se salva, ahora pa sacarse el tipo de encima uffff....un abrazo y que este super bien galan bizarro
chuta que las caga,joven. siempre metièndose donde no debe. primero las treintonas y ahora el club bizarre, cùando va a aprender, mijo?
pero bueno, a lo hecho pecho. ahora còmo te sacas al niño ilusionado, no te lo explico.
que bueno que volviste en todo caso, te echaba de menos.
bear hug,
Extrañemente, este medio se convierte en una buena forma de conocer tu lado B.
La realidad se mezcla con la ficción... El creador y el personaje... ambos tú mismo. Go on.
que lata en verdad, pero hay veces que el copete nos hace hacer cosas que no queremos. la mayoria de las veces en realidad. y no sabemos quienes pueden caer con la subida de temperatura que nos da el alcohol...
buen blog, nos leemos
vicho
y otra cosa, acabo de terminar de leer tu blog entero y te tuve que linkear, me rei demasiado
eso
vicho
Costó que saliera el nuevo post, pero estuvo bueno, muchas veces nos pasa eso y es un poco tonto, creo que lo importante es no volver a caer en lo mismo si es que uno se da cuenta de que la cosa asi no funciona.
Lo importante es que te das cuenta y puedes racionalizarlo y llegar a buena ley.
A veces el estar con alguien y no terminar como loser, uno empieza a estirar y estirar el elastico, y como dices uno se va arrepintiendo a cada rato que pasa. Pero bueno quizas todos tengamos q pasar por algo similar
[Insertar comentario mamón apreciativo poco apreciado]
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